sábado, 2 de octubre de 2010

El viaje

Empezó como un viaje rutinario a casa, a alimentar a los perros, sonaba Acelera de Viniloversus (valga la cuña) la busqué en mi ipod porque quería oír la canción que decía “y que te importa a ti, si esta es mi vida y yo la vivo así”. Todo iba como de costumbre hasta que en la redoma tome la salida equivocada de manera voluntaria, sin saber exactamente hasta donde iba a llegar, sabia hacia donde conducía ese camino, sabia que volvería y que no debía tardar mucho, pero no sabía cuál iba a ser mi punto de retorno.

Un camino abierto, unas canciones para pensar, un paisaje abrumador, un atardecer espectacular de esos que se ven por aquí y un tanque de gasolina lleno.

No sé si es psicosis, pero en el camino vi varias situaciones que me parecieron sospechosas, 2 carros orillados y me pareció que era un atraco, 2 hombres y una mujer parados al lado de la carretera y me pareció que uno estaba asaltando a la tipa y el otro era el de apoyo. Espero que no fuera más nada que mi imaginación.

Llevaba más de media hora de viaje y no estaba ni cerca de llegar a ningún sitio, así que decidí llegar hasta el primer pueblo y que ese sería mi punto de retorno. Finalmente llegue y pase por el tan rápido que dije, bueno será en el segundo porque ya estaba anocheciendo y me esperaban.

¿Por qué viajar “sin rumbo”? simplemente es sobre la libertad, sin responsabilidades, sin más preocupaciones que el trafico y los huecos en la vía. ¿Cuántas veces al día, semana o mes puede uno sentirse así? “Disfruta las cosas pequeñas” era una regla de un personaje en una película. Ciertamente pisar el acelerador y sentir que con cada metro avanzado se van dejando las preocupaciones, la rutina, los problemas atrás es algo disfrutable. Cada cierto tiempo debemos encontrar un espacio en nuestras vidas para reencontrarnos, un hueco para disfrutar de nuestra compañía, un tiempo para viajar.

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